Todo empieza por una venganza... Un nuevo trabajo, una nueva vida cimentada en la noche, un nuevo objetivo, la otra cara de su persona... Dinero, alcohol, drogas, sexo, hombres, stripper. Un mundo en el que nuestra protagonista estará metida solo y únicamente por una razón: Vengarse y encontrar la felicidad.















Muy Recomendada

sábado, 9 de julio de 2011

"Vida Sin Luz" Capítulo 24 : Segunda Parte

Pasado un tiempo, no noté nada. Algo de alivio sentí dentro de mí. ¿Habría parado ya? Abrí un poco los ojos. No veía nada. Los abrí completamente y observé por el rabillo del ojo, como una línea roja paseaba por mi espalda hasta mi costado. La cara de terror de Marcos me confirmaba que aún seguía atizándome. De tantos golpes, ya no sentía nada. No me quejaba. Eso le puso más furiosa a Laura.

- Veo que ya no siente nada- comentó ella con desdén.

- Ya la has golpeado demasiado. Se ha acostumbrado- respondió Joseph

- ¡Dejadla en paz, por favor!- chilló Marcos llorando.

Yo estaba sonriendo. Ver a mi chico aún vivo, me daba una satisfacción enorme.

- Muy bien. La dejaremos en paz- Habló Joseph-. Pero tú calladito y haciendo lo que te mandemos.

- Está bien. Lo haré, pero no le hagáis nada.

- Shhh. Tranquilo hermanito. No le haremos daño, al revés- sonrió Laura maléficamente.

Joseph se acercó a mí y comenzó a acariciarme alrededor de las heridas. La espalda la tenía con varias líneas paralelas y largas. Me escocían.

- Sé una niña buena. Te conviene si quieres seguir viviendo… y tu querido novio también- susurró él en mi oído.

No dije nada, solo me centré en esperar qué querría de mí en ese momento.

Sin poder negarme… comenzó a acariciarme suavemente por la pierna. Se deslizaba por el tobillo hasta casi el muslo, de arriba abajo. Yo estaba boca abajo y no podía moverme. En el interior del muslo, acarició suavemente desde la rodilla hasta casi tocar mi entrepierna. Desde ese instante, supe qué intenciones tenía. Y sabía perfectamente, que no me podría negar.

Siguió frotando esa zona un par de veces más. Luego, se paró en mi entrada y empezó a restregar sus dedos por la zona. Cerré los ojos fuertemente, intentando despertarme de esta pesadilla. Pero al volver a abrirlos… seguía en la misma, e incluso peor que antes.
Acarició un poco más, con ímpetu. Cuando me notó húmeda, yo quise ahogar mi respiración entrecortada. No pude soportarlo más cuando introdujo sus dedos dentro de mí. Solté el airé de golpe y abrí los ojos. Miré a Marcos y estaba extrañado.

- ¡Perdóname!-susurré en mis adentros.

Joseph seguía bombeando sus dedos en mi entrada, haciendo que me excitara aún más sin quererlo. Me sentía más sucia que la primera vez al hacerlo con él. Me abrió más las piernas, lo que consiguió excitarme aún más. Con los ojos unidos a los de mi chico, suplicándole mil perdones, Joseph estimuló la zona más sensible de mi cavidad; lo que consiguió que alzase el trasero hacia arriba y gritara.
Jadeando, mojando los dedos de mi ex, con el trasero hacia arriba y con los ojos fijos en mi novio, no pude más. Chillé como nunca lo había hecho, disfrutando del placer y del orgasmo que acababa de vivir.

Joseph se limpió con un trapo que tenía cerca. Me golpeó el culo con una palmada no muy fuerte. Se desabrochó los pantalones. Quería morirme. No paraba de llorar porque no quería nada de eso.

- Me has puesto verdaderamente burro. Aún debes de estar deliciosa, pero no tardaré en comprobarlo- susurró en mi oreja, lo que consiguió que un cosquilleo subiese por mi espina dorsal.

Dicho eso, me adentró en él. Soltó un suspiro ahogado y comenzó a empujar aún más hacia dentro.
Pequeños gemidos salían de su boca. Con los ojos cerrados y mordiéndose el labio inferior, denotaba el gran placer que sentía, seguido con la cabeza hacia arriba, mirando al techo.
Volvió a estimular mi zona más sensible y no pude resistirlo. Solté un bufido, que más que protestar, era de un calor insoportable. Cerré los ojos y me olvidé de todo. De donde estaba, delante de quien estaba y quien me hacía sentir así. Comencé a suspirar y a jadear como nunca. Me sentía culpable conmigo misma, pero el cuerpo mandaba en ese momento. Luché con todas mis fuerzas, pero soy débil. Me castigué a mí manera.
Mi ex seguía violándome, y yo en vez de resistirme, gozaba como una verdadera perra. La última palabra me excitó de manera enferma y grité aún más. Sin planearlo, llegamos al éxtasis juntos y agotados. Y ahí, me desplomé; sintiendo un gran vacío y culpabilidad sin remedio. Faltaba el abrir mis ojos y ver la cara de Marcos completamente desencajada para desear morirme.