Hola a todos!!! Como veis, ya hemos llegado a las 5.000 visitas en Vida Sin Luz. Cristina y yo hemos pensado en hacer un sorteo, y bien merecido gracias a vosotros, así que procederé a las normas que hay que seguir para poder participar y conseguir numeros. El premio, al estar en crisis, solo podemos sortear marcapáginas de nuestra historia: Vida Sin Luz. Habrá dos ganadores o ganadoras, así que se sorteará dos marcapáginas.
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Despues de saber que conseguís el mayor número de puntos, tendreis que mandar un e-mail a estaa dirección: vidasinluz-beaycris@hotmail.com con el asunto: Sorteo 5.000 visitas de Vida Sin Luz y en el que pondreis vuestro nombre completo y decir que quereis participar. En cuanto recibamos el correo, os responderemos que estais dentro del sorteo y os mandaremos los numeros que os corresponden para que podais ganar cada uno su marcapáginas. Pondremos otra entrada para que quede reflejado los numeros de todas las concursantes un día antes de saber los ganadores. El sorteo durará 3 semanas, el suficiente tiempo para que se apunte todo el que quiera. El que no tenga blog que se comunique a través del tuenti: Vida Sin Luz o al correo electrónico, al que he puesto arriba. El sorteo terminará el 18 de Febrero, viernes, a las 00:00h. Que participe el que quiera y.. gane el mejor. A mí solo me queda deciros a todos... GRACIAS.
Todo empieza por una venganza... Un nuevo trabajo, una nueva vida cimentada en la noche, un nuevo objetivo, la otra cara de su persona... Dinero, alcohol, drogas, sexo, hombres, stripper. Un mundo en el que nuestra protagonista estará metida solo y únicamente por una razón: Vengarse y encontrar la felicidad.
viernes, 28 de enero de 2011
lunes, 24 de enero de 2011
"Vida Sin Luz" Capítulo 18 : Segunda Parte
- ¿Sí?
- ¡Hola! Soy Marcos.
- Dime.
- ¿Tienes algo que hacer hoy?
- ¡No! ¿Ha ocurrido algo?
- Sí. Te lo contaré en cuanto regresemos de comisaría. ¿Podrías estar en casa de Michelle para cuando volvamos?
- ¡Claro! Luego me explicas que ha sucedido, por favor.
- Por supuesto. Te veo luego. Un beso
- Hasta luego. Un beso.
Colgué y fui a despertarla, pues ya pasó tiempo de lo sucedido y había descansado.
*****
Sin darme apenas cuenta, desperté de un profundo sueño. No me enteré de cuando me dormí y menos de cuando me tumbé. Sí recordaba lo sucedido hace apenas unos minutos para mí, pero creo que han pasado horas. Nada más abrir los ojos, vislumbré a Marcos en un aspecto desaliñado y descuidado. A saber cuánto tiempo ha estado solo en sus pensamientos.
- Mi niña, ¿qué tal te encuentras? ¿mejor?
- Algo mejor. ¿Qué ha sucedido?
- Te quedaste en estado de shock y tuve que tumbarte en el sofá para que descansaras y se te pasara- dijo Marcos con el semblante preocupado al recordar lo ocurrido.
- ¿Y después?
- Llamé a la policía para poner la denuncia y vinieron a que les contara los hechos, pero no tuvieron suficiente y me dijeron que era importante tu testimonio. No quise despertarte asique les di la opción de ir a comisaría en cuanto te levantaras. ¿Estas preparada?
- Si, por supuesto. Vamos.
Me incorporé y me senté en el sofá. Estuve así durante unos minutos y me levanté a los pocos instantes. Marcos me agarró del brazo para que no me desestabilizara y cayera hacia atrás. Fui despacio hacia la habitación para coger mi abrigo y mi bolso, pues me sentía un poco mareada. Marcos me esperaba en la puerta. Sentía una gran pena que tuviese que aguantar todo esto, pero me enorgullecía porque me demostraba así lo mucho que me quería.
Salimos y nos dirigimos hacia el coche. Cuando llegamos, él abrió enseguida el coche para acomodarme cuidadosamente en el asiento del copiloto. Me sentía como una embarazada que acababa de romper aguas con tanto cuidado, pero estaba feliz de que Marcos fuese el que me cuidara en estos momentos y con tanto amor.
A los quince minutos, llegamos a la comisaría. Entramos y Marcos indicó a un agente que veníamos a denunciar una agresión y suceso. El policía tecleó algo y a los pocos minutos, nos hizo pasar a una salita con sillas. Era una sala de espera con pocos asientos y muy fría, lo que daba algo de miedo. No sé cuánto tiempo estuvimos esperando, pero se me hizo eterno. Marcos me susurró que le dejara hablar a él mientras no me preguntasen nada y que en ningún momento estaba obligada a contestar preguntas que me hicieran sentir incómoda o violenta. Mientras nos dirigíamos a otra sala con despachos, supuse que era la sala de declaraciones y denuncias.
Marcos estuvo relatando el proceso de la puerta y todo como él creía que había sucedido. Para no haberle contado nada, su lógica era muy imaginativa, pues coincidía casi exactamente con lo sucedido.
Después de estar diez minutos relatando todo sin parar, contestando a las varias preguntas que formulaba el agente y todo lo demás, yo recordaba cada momento como si lo viviese en primicia de nuevo. Me sentía un poco nerviosa y asustada, pero Marcos me agarró la mano suavemente en señal tranquilizador. Y funcionó.
Narré todo lo que pasó, igual que lo hizo Marcos, exceptuando que en vez de estar en medio de la cocina, rectifiqué y le dije que estaba empotrada contra la pared, encima de la encimera y contra un rincón, al otro extremo de la puerta para que Marcos no me pudiese ver. Le conté las malas palabras que usó conmigo, las amenazas y los toques de burla. Noté como mi novio tensaba la mano encima de la mía. Le acaricié para calmarlo, lo que conseguí solo un poco. Nos fotocopiaron las denuncias y testimonios y cada uno tuvimos que firmar en las dos hojas para verificar que estábamos conformes con lo que habíamos dicho.
Marcos estuvo relatando el proceso de la puerta y todo como él creía que había sucedido. Para no haberle contado nada, su lógica era muy imaginativa, pues coincidía casi exactamente con lo sucedido.
Después de estar diez minutos relatando todo sin parar, contestando a las varias preguntas que formulaba el agente y todo lo demás, yo recordaba cada momento como si lo viviese en primicia de nuevo. Me sentía un poco nerviosa y asustada, pero Marcos me agarró la mano suavemente en señal tranquilizador. Y funcionó.
Narré todo lo que pasó, igual que lo hizo Marcos, exceptuando que en vez de estar en medio de la cocina, rectifiqué y le dije que estaba empotrada contra la pared, encima de la encimera y contra un rincón, al otro extremo de la puerta para que Marcos no me pudiese ver. Le conté las malas palabras que usó conmigo, las amenazas y los toques de burla. Noté como mi novio tensaba la mano encima de la mía. Le acaricié para calmarlo, lo que conseguí solo un poco. Nos fotocopiaron las denuncias y testimonios y cada uno tuvimos que firmar en las dos hojas para verificar que estábamos conformes con lo que habíamos dicho.
Media hora hemos tardado en salir de comisaría. Yo estaba más tranquila después de denunciar, hasta que Marcos habló:
- Michelle, tengo algo que hacer.
- ¿El qué?
- Tengo que ir a la oficina a recoger unos nuevos papeles y no volveré a consentir que regreses para cogérmelos. El tipo ese puede estar en cualquier momento.
- ¡Está bien! ¿Me dejaras en casa sola?- pregunté escondiendo mi terror que se reflejaba en mi cara.
- Eso nunca. Te dejaré en casa para que descanses y ya veré como hago para conseguir los papeles sin dejarte sola.
- ¡No sé cómo lo harás!- contesté tristemente.
- No te preocupes, está todo solucionado.
Nos fuimos al coche. No tardamos en llegar. Me monté en el coche con más seguridad, pero con el mismo cuidado. Nos dirigimos a casa. Abrí el portal y subí las escaleras, pues no me apetecía coger el ascensor. Marcos venía detrás de mí. Yo no paraba de mirarle para no perderle de vista y no volviese a suceder cualquier otro susto. Al llegar a mi piso, giré la cabeza y vi que había alguien en la puerta, sin entender por qué se encontraba allí a esas horas.
- ¿Qué haces aquí?
- ¡Yo también me alegro de verte, señorita!
miércoles, 19 de enero de 2011
"Vida Sin Luz" Capítulo 18: Primera Parte
(Marcos)
Con la mirada perdida en el horizonte del salón, mis pensamientos se ubicaban en un día y una hora concreta de cualquier lugar del pasado. Michelle sonriéndome, mostrándome que era feliz en aquellos momentos junto a mí, me hacían el hombre más afortunado de la tierra. Pensar en que esos recuerdos no podré volver a vivirlos, se me encogía gravemente el corazón. No podía pensar con claridad. Estar enamorado de ella y querer lo mejor, pero lo más doloroso, era la decisión más difícil que he tenido que tomar. Seguía reproduciendo la película en mi cabeza de aquella tarde en el parque, bromeando y felices. Imaginarme siquiera, no estar a su lado y no disfrutar de su compañía, me hacía arrepentirme de lo que acababa de decirle escasos minutos a Michelle. Muchas veces nuestro deber es lo contrario a lo que deseamos, y es malo que me esté ocurriendo. Puede que la solución sea seguir con ella porque creo o quiero convencerme de que lo mejor sea eso; por protegerla, pero por otro lado; pienso que la salvaría estando lejos de ella aunque me duela.
No sé cuánto tiempo estuve pensando y pensando en mi cabeza, pero para mí fueron como si pasaran las horas demasiado rápidas en la esfera de un reloj.
No sé cuánto tiempo estuve pensando y pensando en mi cabeza, pero para mí fueron como si pasaran las horas demasiado rápidas en la esfera de un reloj.
*****
Seguía empotrada contra el rincón de la cocina, teniendo al baboso encima y chupándome el cuello en el lugar más apartado de la puerta. Su mano tapaba mi boca y comenzaba a sudar. Era bastante asqueroso y estaba asustada. No sabía qué hacer, asiqué actué con lo primero que me vino a la mente: morderle la mano.
- ¡Ah!- gritó sin apenas voz para no montar un escándalo. Aproveché y salí corriendo hacia la puerta, pero él fue más rápido que yo y averiguó mis intenciones velozmente.
Estiró el brazo y consiguió agarrarme de la cintura, y con una fuerza descomunal, intenté seguir adelante pero el ganó y me impulsó hacia atrás de vuelta al rincón.
- ¡Ni se te ocurra volver a jugármela o tu noviecito sufrirá las consecuencias de tus actos, putita!- susurró con voz divertida. Aquello me enfureció mucho.
- ¡Ni se te ocurra ponerle una mano encima, maldito…!
- Pues mantén la boca cerrada, zorra- me interrumpió bruscamente.
Volvió a taparme la boca con su mano y siguió chupeteándome hasta que se cansó, por fin. No sé cuánto tiempo estuvo encima mío entreteniéndose con mi cuello y orejas, pero a mí se me hizo eterno.
Me miró y sonrió maliciosamente, como planeando algo en su cabeza. Yo seguía sin saber quién demonios era aquel tipo horripilante y asqueroso. Me hizo una señal con el dedo; indicando que estuviera calladita, encontrándome así más guapa.
Me arrastró por la cocina con su mano en mi boca. Me encontraba asustada y paralizada de nuevo. Salimos en silencio hasta el salón, lo que pude observar que Marcos estaba sentado en el sofá a espaldas de mí y con una posición de sumergido en sus pensamientos. Me dio por gritar, pero él no me escuchó y no emití sonido alguno. Intenté hacer ruidos con la voz, para ver si así reaccionaba. Cuando ya lo creí perdido, pues nos dirigíamos hacia la puerta de salida, grité todo lo fuerte que pude. El delincuente se movió más deprisa por los nervios. De repente, Marcos se giró sobre sí mismo y con cara de alucinado salió corriendo en dirección hacia mí. Agarró fuerte de mi brazo y tiró hacia él con todas sus fuerzas, consiguiendo que me zafara del agarre del agresor y entrara rápidamente en casa, pues estaba traspasando ya la puerta y a punto de perder a Marcos de vista. Éste cerró la puerta con llave y me sentó en el sofá donde minutos antes él estaba sentado. Me sentía en estado de shock, pues tenía los ojos abiertos como platos y respiraba agitadamente. Observaba a Marcos moviéndose nervioso de un lado para el otro con gesto pensativo. Vi que descolgó el teléfono, lo que supuse que estaría llamando a la policía. Después de unos minutos, Marcos se acercó a mí y me habló en un tono suave y tranquilizador.
Me miró y sonrió maliciosamente, como planeando algo en su cabeza. Yo seguía sin saber quién demonios era aquel tipo horripilante y asqueroso. Me hizo una señal con el dedo; indicando que estuviera calladita, encontrándome así más guapa.
Me arrastró por la cocina con su mano en mi boca. Me encontraba asustada y paralizada de nuevo. Salimos en silencio hasta el salón, lo que pude observar que Marcos estaba sentado en el sofá a espaldas de mí y con una posición de sumergido en sus pensamientos. Me dio por gritar, pero él no me escuchó y no emití sonido alguno. Intenté hacer ruidos con la voz, para ver si así reaccionaba. Cuando ya lo creí perdido, pues nos dirigíamos hacia la puerta de salida, grité todo lo fuerte que pude. El delincuente se movió más deprisa por los nervios. De repente, Marcos se giró sobre sí mismo y con cara de alucinado salió corriendo en dirección hacia mí. Agarró fuerte de mi brazo y tiró hacia él con todas sus fuerzas, consiguiendo que me zafara del agarre del agresor y entrara rápidamente en casa, pues estaba traspasando ya la puerta y a punto de perder a Marcos de vista. Éste cerró la puerta con llave y me sentó en el sofá donde minutos antes él estaba sentado. Me sentía en estado de shock, pues tenía los ojos abiertos como platos y respiraba agitadamente. Observaba a Marcos moviéndose nervioso de un lado para el otro con gesto pensativo. Vi que descolgó el teléfono, lo que supuse que estaría llamando a la policía. Después de unos minutos, Marcos se acercó a mí y me habló en un tono suave y tranquilizador.
- ¡Cielo, túmbate y descansa!
No le respondí, pero aun así, él me tumbó suavemente en el sofá, trajo una manta y un cojín y me los colocó de manera que yo pudiese dormir. Sin darme cuenta caí en un profundo sueño.
*****
(Marcos)
No pude creer lo que veían mis ojos cuando desperté de aquel ensimismamiento en mi cabeza. Observé por un momento a Michelle medio tumbada, con los pies arrastrando y la cara aterrorizada, en la cual, aquel tipo la llevaba tapándole la boca. No podía creerme que si no me llegase a enterar, podría haberla secuestrado delante de mis narices y yo sin darme cuenta. A saber qué la podría haber hecho. Menos mal que me percaté a tiempo y porque ella hizo ruido. La he dejado recostada en el sofá para que descansara, pues ha sufrido emociones fuertes y yo estoy en proceso de asimilarlas. He llamado a la policía para que viniera enseguida y poder denunciar aquel suceso. No paraba de moverme. Estaba preocupado por la salud de mi princesa. Si la dejo en estos momentos, sufrirá más sin mi protección que con ella. Estando a su lado podré cuidarla y tratar de que no le pase nada, pero no volveré a hacer que regrese a la oficina ni volveré a dejarla sola en ningún momento. Cuando quise enterarme, Michelle estaba dormida profundamente, pues su respiración se tornó acompasada.
Decidí comer algo y dejar algo preparado para cuando Michelle se despertara. Hice tiempo en lo que llegaron los agentes de la policía. Les expliqué lo sucedido en la cocina basándome en la lógica, pero creyeron adecuado despertar a mi novia para aclarar la situación. Les convencí para posponer la denuncia hasta que ella se levantara y se encontrase mejor para testificar. Ellos accedieron a regañadientes y se marcharon.
Descolgué el teléfono y marqué el teléfono de alguien que quería que estuviera en casa al llegar de la comisaría con Michelle.
miércoles, 5 de enero de 2011
"Vida sin luz" Capitulo 17: Segunda parte
Marcos, Soraya y yo nos sentamos en el sofá. Antes de comenzar a relatarle toda la historia a mi amiga, Marcos nos trajo un vaso de agua a las dos. Entre él y yo más o menos le contamos todo lo que estaba pasando. Los mensajes, el hombre encapuchado, el por qué de la huida del hotel, etc. Cuando terminamos de relatarle todo no podía creerse lo que había escuchado. Se la veía asombrada, asustada, ensimismada.
- No puede ser. ¿Y por qué no has denunciado ya?- me preguntó más bien gritándome.
- Claro que hemos denunciado Soraya, esta mañana, después de ir al hospital con Marcos por la paliza que recibió ayer del mismo hombre que me manda los mensajes.
- Esto es increíble. ¿Pero quién puede ser? ¿Quién podría hacerte algo así Soraya?- preguntó atónita.
- Solo se me ocurre una cosa. Alguien que quiera destrozarme completamente la vida o vengarse de mí.
Todos nos quedamos callados, aterrados. Un silencio reinó el salón por unos segundos. Un silencio que Marcos rompió.
- Michelle, aun no me has contado que ha pasado en el despacho cariño- me dijo mirándome a los ojos- Se que esto es duro para ti pero necesito saberlo.
- Lo sé. Verás, después de la reunión me fui a buscar los papeles a tu despacho. No los encontraba y tarde un poco. En ese momento me sonó el pitido de un mensaje justo poco después de mandarte yo el último mensaje diciéndote como había ido la reunión. Pero lógicamente no eras tú, si no él y…
- Espera espera, ¿te ha mandado otro mensaje?- preguntó sorprendido.
- Sí, pero lo peor no es eso. Cuando vi el mensaje me asusté e intenté buscar los papeles lo más rápido posible. Estaba histérica y entorpecía la marcha. De repente sonó la puerta. Pero no un sonido de “toc toc ¿puedo entrar?”, eran más bien golpes fuertes como queriendo derribar la puerta y…- volvió a cortarme Marcos.
- Antes de que sigas, quiero ver ese mensaje ahora mismo- me dijo en tono preocupado y a la vez ordenándomelo.
- Está bien, toma- dije cogiendo el bolso y sacando el móvil.
Le entregué el móvil y busco desesperadamente el mensaje en la carpeta "Buzón de entrada". Cuando lo leyó sus puños se cerraron inconscientemente y sus dientes apretados con fuerza daban señal de furia, enfado y rabia.
- Hijo de puta, va pagar por todo esto. Como le encuentre no saldrá vivo.
- Shh, vale ya, cálmate Marcos- dijo Soraya que también se había quedado sorprendida al leer el mensaje.
- Por eso me asuste y después vinieron los golpes en la puerta. Sabía que era él. Antes de que pudiera entrar encontré los papeles, los cogí e intente escapar del despacho. Pero ya era demasiado tarde. El hombre encapuchado había entrado. Se dirigió hacia mí con una mirada aterradora. Intentaba esquivarle por la derecha y la izquierda aunque siguiera muerta de miedo. Quería aprovecharse de mí. Violarme y consiguió cogerme y tumbarme en el sofá que hay…
- ¡¿Qué te hizo que?!- gritó con la cara descompuesta.
- Shhh, no me hizo nada tranquilo, pero por poco. Fui lista y le propiné una patada en sus partes lo cual me dio la ventaja que necesitaba para salir corriendo de allí ,abrir la puerta, cosa que me costó un poco, y bajar las escaleras lo más deprisa posible. Y ahí fue cuando vi a Soraya que le dije que corriera hacia la salida.
- Es verdad, que recuerdo que además el hombre encapuchado estaba a pocos metros de nosotras, bueno más bien de Michelle.- añadió Soraya.
- Y ya está cogimos el taxi y salvadas por los pelos.- terminé de contar.
Marcos estaba paralizado, ahora era él el que estaba asustado. Se produjo un silencio que quise romper.
- Marcos ¿estás bien?- le pregunté pues le veía pensativo y mirando a un punto fijo.
- Jamás volveré a pedirte algo asi. No puedo pedirte ni dejarte que vayas de nuevo ni al hotel ni al despacho. Te estoy poniendo en peligro. Todo esto ha pasado por mi culpa. No me lo perdonaré jamás.
- ¡Pero Marcos! No digas tonterías. He ido porque he querido y ya está. Además quien iba a saber que ese tio iba a estar allí.
- Me da igual, pero no debí poner tu vida en peligro mandándote a la reunión. Yo podía haber ido perfectamente. Estando conmigo te estoy poniendo en peligro Michelle. Debería alejarme.
- ¿Qué me quieres decir? ¿Qué este mal entendido nos va a separar? ¿Vas a dejar que un desconocido que quiere matarme nos separe?- pregunté a punto de estallar de rabia.
- Si así puedo protegerte, si.
- No sabes lo que dices. ¡No quiero que te vayas Marcos!
Soraya quiso poner calma en aquella discursión, pero se dio cuenta que sobraba en aquella conversación asi que decidió irse interrumpiendo nuestra conversación.
- Bueno chicos, yo me voy que Alex me estará esperando- dijo levantándose del sofá.
- ¿Te acompaño?- la pregunté.
- No te preocupes tengo el taxi en la puerta.
Acompañe a Soraya a la puerta y antes de despedirse de mi me susurró algo en el oído.
- Por favor, arreglarlo y no discutáis por eso. Deja que se calme y mañana se arrepentirá de lo que ha dicho ¿Vale?
- Gracias por tu consejo Soraya. Hasta mañana.
- Adiós nena.
Cerré la puerta de la calle y volví al salón, donde Marcos seguía con los codos apoyados en las rodillas y las manos en la cabeza pensativo.
Me senté con él e intente hacerle reaccionar.
- Marcos, por favor. No me dejes sola ahora, te necesito.
- Pero con mi presencia atraigo al hombre encapuchado y te pongo en peligro. Y no puedo hacer eso.
Rendida, suspiré. La paciencia se me agotaba.
- Está bien como quieras. Hemos terminado. ¿Eso es lo que quieres?- le pregunté mirándole pero él no alzó siquiera la vista.
Me fui del salón hacia la cocina para empezar a hacer la cena. No pude evitar que un cúmulo de lágrimas empezara a salir y resbalara por mis mejillas. Aquella situación me superaba. Iba a volverme loca como siguiera así. Y el solo hecho de pensar que estaba perdiendo a Marcos, me aterraba. Le quería, cada vez más. Y no me imaginaba los días sin su compañía, sin sus besos, sin su cariño.
Empecé a hacer la cena aún con mis ojos vidriosos. Marcos seguía en el salón, ahora con la tele puesta sin ver nada, simplemente pensando.
De repente llamaron a la puerta. Pero no con el timbre sino a golpes. Eran los mismos golpes que en la puerta del despacho. Continuos y fuertes.
Me acerqué al salón aterrada. Miré a Marcos, muerta de miedo. Me acerqué a él y le susurré en el oído que eran los mismos golpes que en el despacho. Él reaccionó y se levantó firmemente. Los golpes cada vez eran más fuertes. Marcos miró por la mirilla de la puerta. Yo estaba detrás de él intentando protegerme.
Por suerte parecía la vecina del segundo que siempre iba de negro. Le abrimos la puerta. Lo que vimos extraño en ella fue que venía con un pañuelo en la cabeza y apenas podía vérsele la cara. Aun así la atendimos.
- Buenas noches señora, ¿Qué quería?- pregunté amablemente, pues Marcos había regresado al sofá al ver que no había ningún peligro.
- Hola jovencita, pues venía a ver si tenías sal es que estaba haciendo la cena y me he quedado sin nada. Si no te importa…
- Si, enseguida, no se preocupe. Pase, pase no se quede ahí fuera.
- Gracias joven.- dijo con una sonrisa.
La mujer mayor pasó acompañándome detrás de mí a la cocina. Mientras buscaba la sal le hablaba del mal tiempo que hacía. La mujer no me contestaba. Yo estaba de espaldas y aun no podía mirar. Cuando encontré la sal fui a darme la vuelta para dársela y mi sorpresa fue cuando aquella mujer ya no estaba. Pegué un gritido pero que Marcos no pudo oír. Empezaban mis nervios, mi respiración se aceleraba de nuevo. No podía creer lo que veía. Aquella mujer disfrazada… Era él. El hombre de los mensajes.
- ¡Tú! ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres de mi?- dije asustada apoyándome en la encimera.
- No, no, no. Demasiadas preguntas preciosa. Aquí las preguntas las hago yo- dijo con una sonrisa malévola acercándose lentamente a mí.
Me encontraba sin salida, detrás tenía la encimera arrinconada y delante a aquel hombre. Que en unos pasos estaba tan cerca de mí como para taparme la boca con la mano.
Intentaba reconocer esa cara, esa mirada. Pero nada, no caía. El miedo me aterraba y no me dejaba pensar.
- Ahora vas a hacer lo que yo diga putita- me dijo acercándose a mi cuello lentamente y besándolo.
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