"Vida Sin Luz" Capítulo 6 : Primera Parte

Capítulo 6

Nos miramos fijamente a los ojos. Marcos me agarraba la mano mientras el camarero nos tomaba nota. Al terminar, él me seguía mirando profundamente y tenía una sonrisa sincera. Antes de que nos interrumpiera el empleado, Marcos quería decirme algo pero… ¿el qué? No sabía cómo volver a sacar el tema; ya que me carcomía por dentro de la curiosidad y algo me decía que no era nada de mi agrado. Ensanchó su sonrisa y empezó a acariciarme. No pude evitar mirar nuestras manos unidas y él acariciándola circularmente. Estaba demasiado confundida con su comportamiento, sus demostraciones y… su mirada. Decidí no pensar más y preguntar lo que me saliese de lo más profundo de mí ser.
- Me querías decir algo, ¿no?
- Si- intentó parecer seguro y tranquilo pero había algo que le hacía estar inquieto, ¿qué era lo que quería decirme? Me estaba poniendo nerviosa.
- Te escucho- contesté para que supiera que estaba dispuesta a prestarle atención y que prosiguiera.
- Veras… - comenzó a dudar. Se le notaba aún más nervioso; pues al pronunciar esa palabra, se le quebró la voz; delatándole. Veía que en la mirada, tenía una discusión interior en su mente; como luchando consigo mismo por decirme algo o no. Yo, ya no podía con esta angustia y quería que me dijese lo que sea.
- ¡Por favor, dime!- rogué ansiosa y desesperada. Me mataba la curiosidad.
- No te lo tomes a mal, pero me encantaría que tuvieras más confianza conmigo. Me gustaría que me contaras lo que te pasó para darte esos días libres- habló finalmente con nerviosismo. ¿Para eso tanta intriga?- y saber si ya estas recuperada- añadió sacándome de mis pequeños pensamientos.
- Nada que no deba preocuparte. Solo que… mi novio terminó conmigo- contesté segura y sin ninguna pena. No sé por qué, pero ya no me afectaba hablar sobre ello.
- ¿Por qué te dejó si eres una mujer hermosa?- preguntó de lo más obvio e intentando convencerme de tal cosa.
- No lo sé. Me dejó por mediante una nota, diciéndome que no le había dado lo que él esperaba… después de acostarse conmigo- respondí con verdadero pasotismo- ya ves que la belleza no lo es todo- añadí con el mismo tono y comportamiento.
- No merece ninguna de tus lágrimas y menos tus pensamientos. Necesitas a alguien que te quiera de verdad, que te aprecie como persona y como mujer- masculló tranquilamente; sorprendiéndome al darme un beso en la mano tiernamente y sonriéndome después. Cada vez estaba más confundida. Volví a maldecir a Soraya por todo lo que me estaba sucediendo en estos momentos.
- Ya. Gracias a distraerme en el pueblo de mi vecina, pude mejorar y que el tema no me afectara.
- Me alegro que fuese así- dijo convencido y un poco triunfante.
Marcos me soltó la mano, pues regresó el camarero con los primeros platos del menú. Comenzamos a comer silenciosamente pero él no paraba de mirarme. Volvía a tener esa mirada desolada, de no saber qué hacer. Me asusté. Ya no sabía si tenía que decirme algo, ya que tenía cara de estar discutiendo con su subconsciente. Era tal la lucha interna que él sentía que se lo notaba en los ojos, pues no paraban de mirar a su plato y después los posaba en mí. Cuando coincidía con mi mirada, me sonreía inocentemente; disimulando, haciendo que le devolviese la sonrisa sin saber qué pensar. No paraba quieto. Miraba al resto de las mesas, a las demás personas, a mí… Estaba dispuesta a preguntarle si le ocurría algo pero no me atrevía. Al poco tiempo, se le notaba más tranquilo, sereno, dueño de sí mismo…
- Necesitas irte de compras- me soltó de repente. Yo me quedé sorprendida. No solo me pilló desprevenida por estar sumida en mis pensamientos, sino, que no me esperaba que fuese a decirme algo; y menos eso.
- ¿Perdona?- pregunté confundida.
- Lo que necesitas para sentirte bien, es ir de compras- volvió a decir pero con una sonrisa en la cara.
- Pero…
- ¡Nada de peros!- me interrumpió- . Te llevaré mañana de compras. Podrás comprarte lo que quieras y yo te acompañaré gustosamente a darte mi opinión… si tú lo deseas- terminó la frase con un tono sensual que me desconcertó aún más si cabía. No entendía nada. No podía comprender el comportamiento de mi jefe en estos pocos días, cuando antes era… ¿normal? ¡Madre mía! La que me esperaba.
- No creo que sea una buena idea, yo…
- No acepto un no por respuesta- me volvió a interrumpir al ver mi actitud dudosa- , asique… piénsatelo. Solo son compras. Nos lo pasaremos bien.
Hice un mohín y él se quedó satisfecho con mi respuesta.
Siguió las miradas durante el resto de la cena y, me acariciaba la mano de vez en cuando sin borrar la sonrisa de su rostro. Cuando terminamos, Marcos pagó y nos fuimos del restaurante. Yo estaba dispuesta a coger el autobús para ir a casa, pero él no me dejó. ¡Jefe testarudo! No dejó de insistir en llevarme a casa hasta que le dijera que sí. Veía que no tenía otra salida, solo aceptar su invitación. Desistí en el intento de convencerle de lo contrario y acepté. Su coche tenía un aroma a lavanda, lo que hizo que, automáticamente, me relajara; echándome hacia atrás y apoyándome en el reposacabezas del asiento mientras miraba por la ventanilla. No cruzamos palabra en todo el trayecto. Por una parte lo preferí, pues no sabía cómo empezar una conversación sólida. No paraba de darle vueltas a la cena de esta noche. La forma en como me miraba Marcos era indescriptible. No tengo palabras para describirlo. Me sentí a gusto con él y no sabía si era buena o mala señal. Es mi jefe y tengo que estar cómoda con su presencia, sino… habría un gran problema. Salí de mis pensamientos cuando noté que el coche había parado. Miré a Marcos y se le veía apenado, como si no quisiera que me fuera. Le sonreí y le dije adiós con la mano. Abrí la puerta y escuché un pequeño ruido cuando toqué la suela con la acera. No le di importancia porque pensé que había pisado una rama. Hice fuerza para salir y cuando estaba a punto de darme impulso para levantarme, Marcos estaba sujetando la puerta y con la mano extendida para ayudarme a salir. Volví a ignorarla. Me incorporé y me dirigí al portal. Escuche de lejos el ruido de la puerta al cerrarse y unos pasos apresurados hacia mi dirección. No evité suspirar y levantar los ojos al cielo, casi rogándole a Dios que me sacara de este momento cuanto antes. Puse la cara normal y sonreí forzosamente a Marcos cuando se colocó a mi altura. Llegamos al portal. Deseaba que fuese el camino más largo para no tener que vivir este horroroso momento; la despedida.