"Vida sin luz" Capitulo 7: Primera parte

Capitulo 7

Tenía los ojos como platos, no reaccionaba, mi cuerpo se quedó en un estado de shock completamente. ¿¡Marcos me había besado!? Sí, definitivamente había sido él. ¿Pero qué estaba haciendo? Y yo… le había correspondido ese magnífico beso. Es más, había sentido algo especial al rozar sus deliciosos labios.

¿Pero qué estás diciendo Michelle?- pensaba por dentro.

Aun no podía articular palabra. Marcos seguía en frente mía, un poco más alejado de mí por la reacción que me había causado su comportamiento. No se esperaba que me lo tomara así. Mi cara era de susto, de miedo, de duda… No tenía muy claro lo que sentía hacia mi “jefe” pero de lo que si estaba segura es que no podía haber nada entre nosotros, no quería… ¿O eso es lo que me hacía creer? Negaba cualquier tipo de cariño por mi parte hacia él… Tenía miedo.

Marcos me miraba sin saber qué hacer, sin saber que decirme para disculparse. Yo no podía mirarle directamente a los ojos. Al final se decidió a hablar entre aquel ambiente tenso y silencioso que teníamos los dos.

-        Michelle yo… lo siento, no era mi intención asustarte, pero es que…

Reaccioné ante sus palabras, le miré a los ojos. Noté como estaba arrepentido, incomodo, se sentía mal por mi reacción. Agachaba la cabeza y ahora era él el que no podía mirarme a los ojos.

-        Esto no debió pasar, es un error, un gran error…- le decía ensimismada mirándole a la cara.

Marcos alzó la cabeza por aquellas duras palabras que salían de mi boca. Él sabía de sobra que en el fondo me había gustado aquel beso, ya que se lo correspondí de buena gana, pero no entendía por qué ahora negaba mis sentimientos. O por qué le rechazaba y pretendía olvidar aquel precioso momento.

-        Pero... yo… pensé que tu… el beso…- decía entrecortado sin comprender ni creerse mi frio comportamiento.

-        He dicho que no, esto no ha pasado, no hay nada entre nosotros, olvídalo, no puede ser- le dije demasiado dura- Por favor Marcos, prométeme que no volverá a pasar- intenté suavizar mi tono.

-        Yo….- suspiró- está bien, no ha pasado nada. Este beso no ha existido- dijo Marcos cabizbajo con mucha resignación.

-        Muy bien, vámonos por favor quiero irme a casa. Me iria sola, pero tengo las bolsas en tu coche, así que me temo que tendré que ir a por ellas.

Aquellas palabras le dolían cada vez más a Marcos. Estaba siendo dura con él, pero no podía dar mi brazo a torcer, porque si empezaba algo, al final iba a terminar mal, como siempre.

Además… ¡era mi jefe! ¿Cómo me iba a liar con mi jefe? Que no que no, definitivamente no. Marcos logró contestarme y cuando recupero las fuerzas para hablar me cogió del brazo y me dijo:

-        No importa, no importa que me rechaces, yo te llevaré a casa, no te preocupes, estate tranquila que no pasará nada. No pasará nada que tu no quieras- dijo cortésmente y a duras penas.

-        Creo que puedo confiar en ti. Está bien, vámonos- dije empezando a caminar y alejándome de Marcos para ir yo primero dirección al aparcamiento.

Andaba deprisa, no quería ir al lado de Marcos, no quería entablar conversación con él. Era una situación incómoda, fría… Sabía o esperaba que la relación entre amigos, o jefe y recepcionista ya no sería la misma después de eso.

Marcos caminaba detrás de mí intentando alcanzarme pero tampoco quería ir a mi lado por miedo a que me molestase. La verdad que era muy atento, pero yo estaba muy confundida en esos momentos.

En breves minutos llegamos al aparcamiento. Aun así Marcos no dejaba de ser tan caballeroso y volvió a abrirme la puerta del copiloto para que me sentara. Ignoré su detalle y entré al coche sin mediar palabra ni si quiera agradecérselo. Él se subió y mirándome por última vez con cara decepcionada y triste arrancó el coche.

No quería mirarle a la cara, así que anduve todo el trayecto con la mirada perdida en la ventanilla, viendo a la gente paseando o corriendo por las calles de Madrid, observando en la parada de los semáforos a los conductores de los coches de al lado. Durante el trayecto notaba de vez en cuando como Marcos me miraba con esa dulce mirada de arrepentimiento, de tristeza y soledad. Estaba ahogándose por dentro, no sabía qué hacer para disculparse y que no estuviera así de fría con él.

Yo seguía con el mismo pensamiento en mi mente, ausente, recordando aquel maravilloso beso que mi mente quería olvidar y borrar por completo, pero que mi corazón guardaría por siempre, por más que intentara negarlo.

Llegamos a mi casa, aparté mi vista de la ventana, le miré por última vez pero ya se había bajado para abrir el maletero y sacar las bolsas de la compra. Solté un suspiro y quise abrir mi puerta pero cuando me descuide Marcos ya me la había abierto. “¡¿Por qué tiene que ser siempre tan caballeroso?! Aghhh”- pensé para mis adentros.

Bajé sin mediar palabra y él me tendió las bolsas para  que las cogiera. Solo pude decir un “Gracias” rotundo mientras le arrancaba de la mano las bolsas y caminaba dirección al portal.

Pero una mano me agarró, giré la cabeza y vi a Marcos como intentaba decirme algo.

-        Perdóname por favor, no me gusta que estés así por mi culpa- dijo tristemente.

Bajé la vista hacia su mano que agarraba mi brazo, para que hiciera el favor  de soltarla y así fue, me soltó y me dirigí al portal sin girar la vista atrás. Solo recuerdo un “Hasta mañana” por su parte. Cerré la puerta del portal y suspiré tranquila. Por fin ya no le tenía encima mío.

Subí deprisa las escaleras y llegué a casa reventada. Solté las bolsas en el sofá y tiré los tacones por donde pillé. Descansé el dolor de mis pies tirándome exageradamente sobre el sofá. Me acomodé y cerré los ojos intentando deshacerme de toda aquella tarde que, me había traído cosas buenas, pero no sé por qué hacia empeño en olvidarlas.

-        Aiis…. Marcos... Marcos… Marcos…- decía aun con los ojos cerrados suspirando.

Y así con ese último pensamiento caí dormida. El cansancio se apoderó de mí y mi cuerpo pedía desconectar y descansar por un momento. Me levanté sobresaltada una hora después con el ruido de mi móvil al recibir un sms. Lo abrí y…

“ Por favor Michelle, siento lo de esta tarde, perdóname, te lo suplico. No quería que te sentara mal pero es que yo… te quiero. Espero que puedas perdonarme, ya no volveré a meter la pata de nuevo. Descansa, hasta mañana. Marcos”